Hay una señal muy clara de que estás desbordado: caer en los excesos.
A todos nos ha pasado y es un momento incómodo de transitar. Los excesos están en todas partes, al alcance de un pequeño descuadre emocional, y pueden manifestarse así:
- Noches de fiesta interminables
Siempre terminas borracho, pasás vergüenza y, aunque al día siguiente te arrepientas, el próximo fin de semana vuelve a ocurrir lo mismo.
- Atracones alimenticios
Sabés que deberías parar, pero la comida es tan tentadora que no podés dejar de comer. Después te duele la panza, querés vomitar y te sentís culpable… y al día siguiente vuelve a pasar.
- Compras impulsivas
Tu tarjeta acumula deudas por objetos que ni siquiera te gustan o no usás. Sin embargo, la emoción de esperar el paquete es tan intensa que te conecta con algo que anhelás.
- Relaciones sexuales casuales con desconocidos
El sexo puede ser hermoso para conectar, pero a veces la angustia nos lleva a compartir nuestra energía con quien nos preste mínima atención. Luego nos arrepentimos, o incluso justo antes del acto nos preguntamos “¿qué estoy haciendo?” y no encontramos el valor para frenar.
La acumulación de excesos termina dañando nuestro interior y nos hace sentir rotos. Lo cierto es que caer en excesos cuando estamos angustiados es parte de lo más humano: buscamos afuera lo que no hallamos dentro, y al no encontrarlo, la angustia crece.
Con prácticas como el mindfulness aprendemos a reconectar con lo que realmente nos nutre, a identificar esos patrones y a detenernos antes de elegir “basura”. La única salida posible es mirar hacia adentro.
Te espero cuando estés listo.
– Tamara Britos, Terapeuta & Consultora de Bienestar en Dreavita